Nunca falta que el vecino o el compañero de trabajo nos invita a “entrarle a la tanda”. Un mecanismo de ahorro muy recurrente en la población mexicana; sin embargo no es instrumento formal ni cuenta con algún tipo de regulación que proteja al ahorrador.

Una tanda consiste en un ahorro en “grupo”. Es decir, se reúne un grupo de personas para aportar la misma cantidad de dinero en plazos previamente establecidos. Una persona se encarga de revisar que todos hagan sus aportaciones y de entregar el dinero en fechas determinadas, turnadas a cada uno de los participantes. El ahorro depende de las aportaciones y de las personas que deciden entrar a una tanda.

Como hemos dicho, no es un método de ahorro regulado, por lo que se fundamenta en la confianza de los participantes. En creer que los demás aportarán sus cuotas completas y de manera puntual, pero en realidad no hay ninguna garantía. Más bien está llena de riesgos:

  • Es un esquema que se presta a robos y engaños.
  • El dinero que ahorras no genera intereses.
  • Si se sale un participante, recibes menos dinero.
  • Una mala administración puede alterar el resultado del ahorro.
  • No puedes disponer de tu dinero en el momento que lo necesites y tienes que esperar a que sea tu turno de recibirlo.
  • Si uno de los participantes se atrasa con sus aportaciones, se rompe el esquema de comunidad y puede resultar en una discusión.
  • No existe garantía de recibir el dinero ahorrado. Y no existen mecanismos legales con los cuales puedas apoyarte en caso de no recibir tu dinero.
  • Tu dinero se puede devaluar. Si tienes uno de los últimos turnos y hubo ajustes inflacionarios en los precios de los productos, cuando recibas tu dinero no te alcanzará para comprar lo que tenías pensando.