Hay algo que pocos te dicen cuando contratas un seguro: si no lo entiendes, es como si no lo tuvieras. Muchas personas creen que están cubiertas solo porque tienen una póliza vigente, pero al momento de necesitarla descubren deducibles altísimos, exclusiones que no sabían o condiciones que les impiden usarlo. Y ese momento, cuando más vulnerable estás, es cuando te das cuenta del costo invisible de no haber comprendido tu seguro.
El primer paso es saber qué cubre realmente tu póliza
No basta con decir «es seguro de gastos médicos». Hay que revisar si cubre hospitalización, qué hospitales entran en la red, cuáles son los periodos de espera, qué pasa si tienes una enfermedad preexistente, cuál es el deducible, cuál es el coaseguro. Estos detalles cambian completamente la experiencia de uso.
Muchas personas se enteran de que el deducible es de 30 mil pesos justo cuando ya están en urgencias. O que su póliza no cubre ciertos estudios porque no entran en el «cuadro básico». Esto no es culpa del seguro: es falta de información. Por eso, antes de firmar cualquier contrato, hay que hacer preguntas incómodas. Y si ya tienes un seguro, es momento de sentarte a revisarlo con alguien que te lo explique.
Otro punto clave es el coaseguro
Muchas personas creen que el seguro cubrirá todo, pero hay un porcentaje que siempre debes pagar. Por ejemplo, si tienes un coaseguro del 10% y la cuenta médica es de 100 mil pesos, tú pagarás 10 mil, además del deducible. Saber esto cambia la manera en que te preparas financieramente.
La solución está en informarte
Pregunta, compara, estudia las condiciones. No te dejes llevar solo por el precio. A veces lo barato sale carísimo, especialmente en un seguro que no entiendes. Un buen asesor también puede hacer la diferencia: alguien que no solo te venda, sino que te enseñe.
Entender tu seguro es parte de tu alfabetización financiera. Y es una forma de autocuidado. Porque un seguro sirve para cuando no tienes cabeza para pensar, para cuando el miedo te bloquea y necesitas que tu sistema te proteja. No esperes a necesitarlo para darte cuenta de que no lo entendiste.