Ya sea navegando por Internet o en un centro comercial, indudablemente nos sentimos atraídos por artículos o servicios llamativos pero tal vez innecesarios en nuestras vidas.
Sin saber por qué, algo nos llama a comprarlos. Nuestro ser racional ha sido secuestrado bajo el poder de la compra compulsiva, aquella que no reflexiona.
Te hace imaginar escenarios donde “debes” tener el objeto.
Antes de comprar algo hazte las siguientes preguntas
¿Esta compra va a mejorar tu vida de alguna manera importante?, ¿se supone que esta compra te hará sentir mejor? Piensa que antes de que encontraras ese producto no lo necesitabas. Esto tal vez ayude a evaluar el valor de una compra y por qué lo necesitas o no.
Toma nota de lo que sientes, así serás más consciente de cuánto te está afectando y podrás empezar a identificar los factores que despiertan tus impulsos.
Otra manera de racionalizar nuestras compras es calculando el consto en horas de trabajo. ¿Trabajas 15 días sólo para tener ese producto? Este método es muy efectivo, sobre todo cuando se trata de productos caros.
Recuerda que la adquisición de bienes materiales no es la llave de la felicidad, por lo que estos no deben tener un lugar central en tu vida.
El estudio Efectos en los estados de ánimo de los consumidores por compras por impulso, concluye que: “Si alguien está deprimido, frustrado o aburrido, comprar
impulsivamente parece ser una táctica efectiva para sentirse mejor. Sin embargo, después de la compra, los estados de ánimo no son uniformemente positivos”.
Lamentablemente, el efecto podría no ser el deseado e incluso se puede llegar a sentir culpa. Esto nos vuelve a poner en búsqueda de otro momento de euforia: una nueva compra.
Para no caer en este ciclo, hay que ser conscientes de que ciertas emociones nos hacen más vulnerables a las compras impulsivas. Un buen consejo es evitar los centros comerciales cuando te sientas triste o enojado.
Sigue estas recomendaciones
- Define algunas reglas que creas que te ayudarán a controlar el impulso por comprar. Uno de los límites que te puedes imponer es no hacer las compras cuando tienes hambre o evitar ir cuando estés cansado, triste o estresado ya que serás más propenso a adquirir cosas que no necesitas.
- Haz una lista pero solo con las cosas que de verdad necesitas adquirir. Esfuérzate para no salirte de ella.
- Ten una meta definida. Contar con un plan específico para tu dinero potencia el lado racional del cerebro a la hora de la tentación.
- Cuando sientas el impulso de comprar algo de forma inmediata, ponlo en el “congelador mental” por 10 minutos. Esto genera un espacio de separación temporal que le da más poder al sistema de auto-control del cerebro.
- Pregúntate ¿lo quiero o lo necesito?