Lo primero que tienes que hacer es calcular los gastos fijos que tienes en el mes. Enfócate en los gastos básicos como alimentación, recibos (luz, teléfono), renta, gasolina, colegiaturas… Súmalos y deja fuera aquellos que no son necesarios o puedas postergar, como comidas fueras de casa, vacaciones o alguno que otro gusto.
Este ejercicio te ayudará a saber la cantidad que necesitas mensualmente para vivir, y será la misma que deberás constituir para formar tu fondo para emergencias, ya que este se calcula en función de tus gastos, no de tus ingresos. Analiza también tu situación familiar, si eres el único que aporta económicamente en tu hogar o si alguien fuera de tu casa depende de ti, etc.
Aunque no existe un consenso acerca de la cantidad que debes guardar en tu fondo para emergencias, la recomendación es cubrir un monto de tres a seis meses de tus gastos. La idea es que sea suficiente para que te puedas sentir tranquilo en caso de que se presente un imprevisto.
Después de una emergencia, procura recuperar el dinero del ahorro lo más pronto posible. No utilices ese dinero como una caja chica, una emergencia no es aprovechar una oferta o tomar unas vacaciones, esos gastos los puedes postergar o bien, considéralos dentro de tu ahorro y destina una parte para este rubro.
Debes acceder a su fondo en el momento en que lo necesite. Puede contratar una cuenta de depósito en una institución financiera autorizada para este propósito, si bien no le ofrecerá los mejores rendimientos, sí le dará liquidez. No debe dejarlo en instrumentos financieros a plazos, pues en caso de que lo requiera no lo podría retirar cualquier día.
Asegúrese que no acabe siendo su caja chica. Sea constante y no lo utilice, salvo para cubrir justamente una emergencia.
Con información de Condusef.