- Despachos tipo «panal de abejas», equipos rotativos y cocinas sin aglomeraciones son algunos de los posibles cambios que se prevén.
Empresas han incrementado el teletrabajo con el fin de conseguir que su actividad se resienta lo menos posible ante esta crisis, algunas de éstas se plantean seguir con esta modalidad hasta cuando la crisis sanitaria esté más controlada, pero ¿cómo será la oficina pospandemia?
«Parece evidente que el miedo a la COVID-19 nos llevará a un modelo de oficina de tipo «panal de abejas», en la que cada trabajador quede aislado de sus compañeros», afirma Miguel Arenas, profesor colaborador de los Estudios de Economía y Empresa de la Universidad Abierta de Cataluña (UOC). Muy diferente a la idea de diseño de planta abierta u open plan con espacios absolutamente diáfanos que se implantó en los últimos años para mejorar el rendimiento y la comunicación entre los trabajadores.
Ante una pandemia tan compleja y con una tasa de reproducción tan alta, los paneles, las barreras o los separadores se convertirán en un recurso necesario. «Ante la situación de crisis sanitaria, las empresas se verán obligadas a utilizar barreras físicas para mantener una separación efectiva entre los puestos de trabajo cuando no se pueda garantizar la distancia mínima de dos metros entre los trabajadores», afirma Arenas.
«Volverá a tenerse en cuenta el «síndrome del edificio enfermo» y a corto y mediano plazo tendrán un peso relevante los protocolos de limpieza y desinfección en las oficinas y en los espacios comunes, así como las mejoras y las revisiones continuas de los sistemas de filtración de aire», afirma Iván Ciudad Valls, profesor colaborador de los Estudios de Economía y Empresa de la UOC.
Pero no solo las oficinas, los espacios comunes como las cocinas, los baños o los ascensores, deberán cambiar y adaptarse a la nueva situación. «Las zonas comunes pasarán por una modificación temporal más rígida en su gestión, tendrán una limitación y un control de aforo y posterior limpieza y desinfección», advierte Ciudad.
En esta línea, Arenas afirma que dentro de los ámbitos de trabajo se deberá hacer un uso racional de los espacios que impida aglomeraciones. Por ejemplo, se acabará el compartir ascensor y es muy probable, según los expertos, que se utilice solo de subida y que la bajada se haga por las escaleras.
Volver por turnos y en oficinas más pequeñas
Para evitar aglomeraciones y ante un teletrabajo puesto en marcha casi como un experimento, muchas empresas impulsarán los turnos rotativos y progresivos de presencialidad. «En principio se incorporará un porcentaje de los trabajadores, que se aumentará gradualmente, y se retrasará la incorporación de las personas especialmente sensibles y de las que convivan con personas vulnerables», explica Ciudad.
La situación del estado de alarma, determinará el regreso a las oficinas y serán los propios gobiernos los que marcarán las pautas mínimas de vuelta a los despachos. «Esta se hará ordenadamente y evitando la presencialidad y la coincidencia de todos los trabajadores, que son las medidas de prevención más eficaces y coherentes», considera Arenas.
De hecho, empresas como Google ya se plantean tener oficinas más vacías, no solo en modo de desescalada, sino también a largo plazo. Oficinas con menos trabajadores permiten escoger espacios con menos superficie y, por tanto, más baratos, lo que significa un alivio económico para las empresas. «Pero la compañía no podrá imponer obligatoriamente quién debe hacer teletrabajo», advierte Pere Vidal, profesor colaborador de los Estudios de Derecho laboral de la UOC que añade, «si el teletrabajo no forma parte de la descripción inicial del puesto, y el empleador hace una oferta de teletrabajo, el empleado puede aceptar o rechazar la oferta voluntariamente, pero no se lo podrá imponer».