Imagina que firmaste un contrato con tu proveedor de manzanas para que te surta cada mes una determinada cantidad del producto.

Pero un día, tu familia se empacha y deja de consumir manzanas. Tu vecina, a la que le pasabas unos kilos de manzana, se hartó de comer tantas manzanas, tu prima a la que le mandabas manzanas se quedó sin trabajo y ya no te puede comprar más manzanas. Tu compadre al que le mandabas su canastita de manzanas dice que tiene miedo de comer manzanas por el Covid 19 (pura especulación, porque no hay datos que digan que las manzanas contagian el virus).

Nadie está consumiendo manzanas, y ahí las tienes en la alacena sin poder hacer nada con ellas. Aunque las hagas puré, nadie las va a consumir.

Como no pudiste “realizar” los pedidos de manzanas, tampoco ingresaste el dinero correspondiente. Y aunque ya habías hecho un contrato, mejor te retiras del negocio y dices ¡no más manzanas!

Llega el siguiente mes y tu proveedor de manzanas te va a mandar (y cobrar) el siguiente pedido, que ya habías firmado. Pero resulta que no tienes con qué pagar y, mucho menos, dónde poner todas las manzanas (las que ya no has vendido y las que te mandarían). Tu vecina, tu tía y tu compadre siguen sin querer manzanas.

Entonces le dices a tu proveedor que ahorita no, gracias, que se quede con sus manzanas mientras encuentras dónde ponerlas o a quien venderlas. En todo caso le podrías decir a tu prima que se lleve las manzanas gratis o incluso que le pagas por llevarse las manzanas (costo negativo de las manzanas, sales poniendo).

Así como te pasa a ti, le pasa a todos los intermediarios y distribuidores de manzanas. Nadie quiere comprar manzanas. El mercado está repleto de manzanas y, por la ley de la oferta y la demanda: al haber mucha oferta (muchas manzanas por vender) y nada de demanda (compradores), el precio comienza a bajar, y bajar y bajar.

Ahora, sustituye manzanas por petróleo, y llévalo al mercado global. Más o menos algo así es lo que está pasando con los precios del petróleo en el mundo.

La crisis sanitaria, que la gente no viaja ni usa transporte (la mayoría),  los acuerdos de la OPEP, y el miedo de los inversionistas (como tu compadre) han reducido la compra e inversión en el petróleo haciendo que su precio cayera hasta números negativos.

Que el precio del petróleo cotice en negativo quiere decir que los productores de petróleo están produciendo más barriles de los que pueden almacenar (ya no se diga vender), y que, en sentido estricto, tendrían que pagar a sus clientes para que se lleven los barriles que ya no pueden retener.

Pero pagarle a los compradores porque se lleven el petróleo es doble pérdida, porque no sólo no reciben el dinero de la venta, sino que tienen que pagar por deshacerse del producto.  Costos negativos ¡la casa pierde!

Claro que esto no quiere decir que te van a pagar por ir a cargar gasolina. Eso es otra cosa, pues la gasolina lleva un proceso de valor agregado, y aunque sí puede tender a bajar sus precios, no hay posibilidades de que te paguen por llenar tu tanque.

Por supuesto, afectará a Pemex, y particularmente la especulación de lo que pasará en algunos días (bueno y  malo) afectó al peso mexicano, que tuvo una depreciación (no devaluación, recuérdalo). Se espera que la inflación, incluso gracias a la baja en las gasolinas, disminuya este mes (abril) a poco más del 2%  tasa anual.

Debemos esperar los siguientes días, porque estamos hablando de una economía basada en especulaciones de lo que podría pasar en el futuro.

Mantente atento a la información, continúa tus planes de ahorro e inversión a largo plazo, modérate con la deuda y ¡quédate en casa! Si te es posible.